sábado, marzo 08, 2008

Ecuador: Las manos del Presidente Correa si están manchadas de sangre

"Quien ampara y esta en colusión con criminales también es un criminal."

Resulta notable, por decir lo menos, la posición asumida por el Presidente Correa del Ecuador con referencia a la incursión colombiana en su territorio para a atacar a un grupo criminal y terrorista como lo es la FARC.

Decimos notable porque si bien es cierto el derecho internacional protege la soberanía de los países y condena la invasión de los territorios nacionales por fuerzas armadas de países ajenos, también el derecho internacional establece responsabilidades que deben asumir los países para impedir que grupos armados y/o delincuenciales utilicen sus territorios como santuarios para llevar a cabo sus fechorías.

Es claro que en el caso de la intervención armada en la frontera ecuatoriana, Colombia violo los derechos y el territorio de Ecuador y más concretamente el Inciso (4), Artículo (2), Capitulo (I) de la Carta de las Naciones Unidas que a la letra dice:

“Los Miembros de la Organización, en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas.”

Es igualmente claro sin embargo que Ecuador incumplió con sus obligaciones y responsabilidades al consentir que la FARC utilice su territorio como santuario para desde allí planear, organizar y ejecutar actos terroristas y delincuenciales en contra del pueblo y Estado colombiano.

Continuacion ...

Concretamente, Ecuador incumplió con la Resolución 1269 aprobada por el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas el 19 de Octubre de 1999, la Resolución 1368 aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 12 de Setiembre del 2001 y particularmente, con la Resolución 1373 aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el 28 de Setiembre del 2001.

No vamos a citar todo el texto de las resoluciones antes mencionadas que pueden ser leídas en su integridad siguiendo los enlaces incluidos líneas arriba, pero si consideramos conveniente destacar algunos párrafos específicos de la Resolución 1373 que establecen claramente las omisiones en las que ha incurrido Ecuador y que constituyen igualmente violaciones al derecho internacional.

“a) Se abstengan de proporcionar todo tipo de apoyo, activo o pasivo, a las entidades o personas que participen en la comisión de actos de terrorismo, en particular reprimiendo el reclutamiento de miembros de grupos terroristas y poniendo fin al abastecimiento de armas a los terroristas;

b) Adopten las medidas necesarias para prevenir la comisión de actos de terrorismo, en particular advirtiendo de ello cuanto antes a otros Estados mediante el intercambio de información;

c) Denieguen cobijo a quienes financian, planifican o cometen actos de terrorismo, o prestan apoyo a esos actos, o proporcionan cobijo con esos fines;

d) Impidan que quienes financian, planifican, facilitan o cometen actos de terrorismo utilicen su territorio para esos fines, contra otros Estados o sus ciudadanos;”


La Carta de Las Naciones Unidas en el Inciso (2), Artículo (2), Capitulo (I) establece:

“Los Miembros de la Organización, a fin de asegurarse los derechos y beneficios inherentes a su condición de tales, cumplirán de buena fe las obligaciones contraídas por ellos de conformidad con esta Carta.”

El Estado ecuatoriano ha suscrito la Carta de las Naciones Unidas y es miembro de dicha organización internacional. En consecuencia, esta obligado a cumplir y hacer cumplir las resoluciones emanadas tanto de la Asamblea Nacional como del Consejo de Seguridad de dicho organismo.

De tal forma, así como al amparo del derecho y convenios internacionales Ecuador tiene autoridad para exigir que se respeten sus derechos también tiene la obligación de cumplir con sus obligaciones y responsabilidades. No hay derechos sin responsabilidades y el inciso 2, articulo 2 Capitulo I de la carta de las Naciones Unidas es absolutamente claro al respecto; solo tienen derechos quienes cumplen con sus obligaciones.

El Presidente Correa, a juzgar por sus declaraciones publicas, pretende sin embargo que se condene al gobierno de Colombia por violar su soberanía al amparo del derecho internacional pero que se omita e ignore su descarada indolencia para cumplir con las responsabilidades y obligaciones que tiene Ecuador de acuerdo al mismo derecho internacional y que constituyen en si una violación de estos derechos en perjuicio del Estado colombiano.

Este despropósito es totalmente absurdo ya que con ello se sancionaría el derecho de los países de albergar en sus territorios a terroristas, narcotraficantes delincuentes y/o facinerosos de todo tipo aunque estos atenten contra la seguridad y bienestar de la población y el Estado de otro país.

No puede pues exíjase a la comunidad internacional que condene la repudiable acción de Colombia sin que se condene igualmente al Ecuador por el repudiable incumplimiento de sus obligaciones.

Utilizando un dicho particularmente enjundioso del rico acerbo popular Latinoamericano diremos, generosamente, que con su discurso y actitud el Presidente Correa pretende “estar en la procesión y en la iglesia al mismo tiempo”.

No obstante la seriedad de lo acontecido, hasta aquí, lo comentado no pasa de ser simplemente la crónica de unas infelices declaraciones políticas y del incumplimiento de las obligaciones y responsabilidades por parte de dos países Latinoamericanos que ponen de manifiesto la necesidad de que dichos países trabajen para estrechar la comunicación y colaboración mutua a fin de evitar que este tipo de incidentes se repitan en el futuro.

El problema es que, a esto, que dadas las circunstancias no pasa de ser una episódica discrepancia política y diplomática entre dos países fácilmente solucionable haciendo uso del simple sentido común, se suman ciertos hechos irrefutables, actitudes y omisiones que por su contundencia e implicancias despiertan serias sospechas y dudas hasta en el mas ingenuo de los observadores.

Por ejemplo, el Presidente Correa no ha dado una explicación coherente al hecho irrefutable de que en su territorio operaba impunemente un campamento de la fuerza terrorista denominada FARC no obstante que el gobierno colombiano había informado a este en repetidas ocasiones sobre la presencia del mismo. Tampoco ha dado una explicación al hecho de que dicho campamento, como se desprende de las fotografías recuperadas, era visitado regularmente como si se tratara de un popular destino turístico, por personas extranjeras provenientes de varios países Latinoamericanos, algunas de las cuales tenían conocidos y documentados vínculos a organizaciones extremistas o por lo menos violentas en sus propios países.

El Presidente Correa tampoco ha explicado como entre el 24 y 27 de Febrero del presente ano, tan solo unos días antes de la intervención Colombiana, su gobierno y mas concretamente la ciudad de Quito sirven de anfitriones al II Congreso de la Coordinadora Continental Bolivariana no obstante que resulta evidente la adherencia de esta organización a la causa narcoterrorista de la FARC y su vinculación con el terrorista Raúl Reyes. Simpatía y vinculación que reconoce y expresa públicamente la Coordinadora Continental Bolivariana en el comunicado del 12 de Noviembre del 2007 suscrito por la CCB Chile que dice; “Completo éxito resultó la intervención del Comandante Raúl Reyes en la Cumbre por la Amistad e Integración de los Pueblos de Ibero América” realizada en Chile.

Mas aun, durante el congreso de la Coordinadora Continental Bolivariana realizado en Ecuador, el terrorista Raúl Reyes también se dirige a los 800 delegados asistentes a través de un video pregrabado en el que hace una apología de la causa criminal que sirve de excusa para las acciones terroristas y delincuenciales de esta organización.

Por ultimo, es absolutamente inexplicable que el Presidente Correa, en ningún momento desde que se produjo este lamentable episodio fronterizo, haya censurado o simplemente criticado ya sea directa o indirectamente la invasión del territorio Ecuatoriano por parte de los terroristas de la FARC.

Esta flagrante omisión sumada a la demencial reacción protagonizada por el Presidente Chávez de Venezuela, que trataremos en un artículo separado, contribuye a sembrar dudas y sospechas sobre las verdaderas intenciones del Presidente Correa aun en los observadores más ingenuos.

Para el suscrito sin embargo, que no es un ingenuo, el comportamiento del Presidente Correa es perfectamente explicable con ese sabroso refrán popular que dice; “Si tiene pico de pato, patas de pato y cuaquea como pato; entonces es un pato”.

La única explicación para estos interrogantes es que el Presidente Correa es un inepto que esta dibujado en la pared y no sabe lo que pasa en su país o en su defecto, como me atrevo a sostener enfáticamente, que el Presidente Correa es cómplice en una estrategia vil y premeditada para desestabilizar al gobierno democrático de Colombia y más concretamente al Presidente Álvaro Uribe. Es igualmente cómplice del movimiento terrorista de la FARC y sus dirigentes a los que brinda respaldo y santuario en Ecuador. Por ultimo, ha demostrado ser una persona sin escrúpulos al utilizar vergonzosamente el sufrimiento y angustia de las inocentes victimas secuestradas por la FARC y sus familiares para disfrazar grotesca e impúdicamente sus acciones e intenciones con una mascarada humanitaria y pacifista.

Las manos del Sr. Correa ciertamente están manchadas de sangre; sangre y sufrimiento del pueblo Colombiano que estamos seguros no habrá de olvidar.

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