jueves, noviembre 29, 2007

Venezuela: La Reforma Constitucional atenta contra las Fuerzas Armadas venezolanas

Mucho se ha escrito sobre la reforma absolutamente irregular que el gobierno venezolano pretende introducir a un documento que, en su momento, ese mismo gobierno califico pomposamente como la más moderna y avanzada Constitución de América Latina; la Constitución Bolivariana de 1999.

La reforma, aprobada por la Asamblea Nacional en forma inconstitucional e ilegal, será sometida a referéndum ciudadano el próximo Diciembre 2 y no obstante que todas las encuestas señalan que la misma no cuenta con amplio apoyo popular, la población esta escéptica con respecto a votar en dicho referéndum ya que el Consejo Nacional Electoral, controlado por el gobierno, ha sido acusado de fraude y de falta de transparencia en repetidas ocasiones desde que el presidente Chávez asumiera el poder.


Hace dos semanas sin embargo, el General Baduel, quien fuera ministro de defensa y cabeza visible de las fuerzas armadas hasta Julio del presente ano, emitió un pronunciamiento público que ha causado conmoción en Venezuela.

El General Baduel califico la reforma de inconstitucional e indico que si la misma es aprobada esta se convertiría, de facto, en un golpe de estado contra la democracia y la Constitución Bolivariana. El General Baduel también insto a los venezolanos a participar en el proceso electoral y votar en contra de la misma.

La declaración del General Baduel fue tan impredecible y sorprendente que dejo a las autoridades del gobierno perplejas. En su desesperada confusión estas solo atinaron a criticar la falta de lealtad del General hacia el Presidente Chávez quien inclusive declaro públicamente que el General Baduel se había convertido en un traidor. Una declaración lamentable e histérica que solo contribuyo a resaltar la madurez y altura del mensaje del General Baduel quien al respecto indico que ante la disyuntiva de escoger entre la amistad personal y Venezuela no tenía mas alternativa que optar por Venezuela y su conciencia.

Continuacion ...

El anuncio del General Baduel también tomo por sorpresa a la oposición que reacciono con esperanza pero con mucha cautela. Un sector de la oposición atribuyo el anuncio del General a una maniobra gobiernista para incentivar a la oposición a participar masivamente en la votación y de esta forma convalidar el triunfo del gobierno ya sea en las ánforas o mediante el fraude. Otros, consideran que las declaraciones del General Baduel son producto de cierta ambición política personal y por supuesto no faltan quienes ven en el General al posible salvador de la Democracia Venezolana.

Independientemente de cual halla sido la motivación del General Baduel para hacer publicas sus declaraciones lo cierto es que mucho se ha escrito sobre el nefasto impacto que las reformas van a tener en la democracia y la libertad individual venezolanas pero nada o muy poco se ha comentado sobre cual será el impacto de estas reformas a nivel fuerzas armadas; esto es, como afectaran estas reformas la vida y estabilidad de la institución militar.

Los comentarios de Alek Boyd, un feroz opositor del régimen Chavista, sobre las modificaciones introducidas por el gobierno a los artículos 328 y 329 de la Constitución Bolivariana publicados recientemente en la conocida y por cierto muy popular bitácora Venezuela News & Views (Ingles) dan luz sobre el peligro que representa para la población civil Venezolana la creación de lo que solo puede calificarse como un caótico conglomerado armado constituido por las fuerzas armadas tradicionales y unas llamadas milicias populares que proponen estos artículos.

Desde la perspectiva militar sin embargo, estas modificaciones son aun mas peligrosas para la institución castrense que para la población civil y por tanto consideramos importante y oportuno analizar las implicancias que plantean las mismas desde dicha perspectiva.

El texto original de los artículos 328 y 329 establece básicamente cual es la definición, rol, fundamentos, estructura, misión así como ámbito y competencia de las fuerzas armadas venezolanas. En líneas generales la Constitución Bolivariana de 1999 define estos conceptos de la siguiente forma:

Definición de conceptos en el texto original de los Artículos 328 y 329


Las modificaciones introducidas por el gobierno a los artículos 328 y 329 sin embargo alteran sustantivamente estos lineamientos eliminando una serie de ellos e introduciendo definiciones que son ajenas a la tradicional estructura de la institución militar y lo que es mas importante, que vulneran principios fundamentales en los que se sustenta la vigencia, integridad, seguridad y existencia misma de dicha institución.

Definición de conceptos en el texto modificado de los Artículos 328 y 329


Los textos resaltados en los cuadros anteriores destacan aquello que ha sido eliminado (rojo) o agregado (azul) al texto original de los artículos 328 y 329 de la constitución y dan una idea de la magnitud de los cambios que se están introduciendo a estos artículos.

De la lectura de los cuadros anteriores se puede concluir que el primer efecto de las modificaciones propuestas es la desnaturalización y degradación de la institución militar.

El nuevo texto del artículo 328 elimina el carácter “profesional” y “apolítico” de las fuerzas armadas y las degrada ubicándolas en la misma categoría que una nueva fuerza designada como “milicias populares”.

Esto denota ya sea una increíble ignorancia sobre que es y que representa la institución militar o en su defecto una maliciosa estrategia para destruir la vigencia de dicha institución en Venezuela.

Las fuerzas armadas no solo son una institución eminentemente profesional sino lo que es mas, con los avances tecnológicos recientes y la capacidad de modelar diferentes escenarios estratégicos, las mismas son cada vez mas especializadas.

Empuñar un arma y estar dispuesto a luchar no convierte a una persona en militar. Para ser militar hay que tener vocación, voluntad de desprendimiento y una gran determinación para templar el cuerpo y el espíritu a través de un duro, lento y rígido proceso de formación y aprendizaje.

Los militares son los guerreros de un país. Son hombres y mujeres muy peligrosos entrenados para cumplir una sola función; incapacitar y destruir al enemigo. Hombres y mujeres cuya moral y espíritu de sacrificio se sustenta en el honor, la disciplina y la lealtad.

Honor, porque pertenecen a una institución en donde todos sus miembros están dispuestos a dar la vida, sin cuestionamientos, para defender la libertad, bienestar e integridad territorial de la Nación así como la seguridad de todos sus ciudadanos.

Disciplina, porque solo cumpliendo órdenes sin dudas ni murmuraciones se puede contar con una estructura sólida capaz de funcionar como un todo tanto operativa como estratégicamente en la eventualidad de una confrontación armada.

Lealtad, porque solo renunciando a la individualidad y anteponiendo los intereses de la institución a todo los demás, incluyendo los propios, se puede garantizar la seguridad y bienestar de todos los miembros que la componen.

Las milicias por el contrario son por naturaleza indisciplinadas, deliberantes, selectivas, influenciables y proclives al caudillismo. Las milicias pueden tener entrenamiento militar pero ciertamente no tienen formación militar. Su motivación y determinación es apasionada y voluble en contraposición con la de un soldado profesional que es eminentemente disciplinado y que ejecuta las órdenes por convicción.

A lo largo de la historia militar las milicias han sido utilizadas por las fuerzas armadas solamente en casos extremos. Formar un soldado profesional cuesta mucho dinero y toma mucho tiempo. La función de las milicias ha sido siempre pues la de proteger la integridad de los contingentes militares profesionales enviando a las mismas a realizar operaciones de gran desgaste o susceptibles de grandes bajas. Aunque suene insensible, esta realidad es la que ha inspirado el grosero pero ciertamente apropiado termino “carne de canon”.

Igualmente, en todos los casos a lo largo de la historia, una vez terminado el conflicto armado la primera determinación que han tomado las fuerzas armadas ha sido la de desarmar y disolver las milicias. Esto, porque si bien es cierto que en determinadas circunstancias las milicias pueden contribuir a las operaciones militares también es cierto que en tiempos de paz las milicias constituyen un peligro potencial para las mismas.

Cualquier títere sin cabeza puede caer en la tentación de convertirse en caudillo y apelando precisamente a la falta de formación militar profesional de los milicianos convencer a estos para empuñar las armas contra las fuerzas militares.

Resulta pues notable e inclusive sospechoso, según la malicia del que opine, que el Presidente de Venezuela, teniendo formación militar y entendiendo la naturaleza de la institución militar, haya consentido que se institucionalice constitucionalmente a las milicias populares, se les de a estas la misma jerarquía que a las fuerzas armadas y mas aun, que se atente potencialmente contra la seguridad de las mismas como pretende el texto modificado del articulo 328 de la reforma constitucional.

A nivel institucional, la fortaleza y eficiencia de la institución militar se sustenta igualmente en tres principios básicos: 1) La verticalidad de su estructura, 2) La unidad de propósito y 3) La cohesión de sus miembros.

Es por ello que las fuerzas armadas no son ni pueden ser políticas y/o deliberantes. Esto, no porque sus miembros no tengan opiniones e inclusive simpatías políticas sino porque la vigencia y permanencia de la institución depende de que todos sus miembros tengan lo que se denomina unidad de propósito.

En la institución militar no hay cabida para discrepancias ideológicas y/o políticas, liderazgos fuera de la línea de mando y/o para facciones discrepantes.

Todos en la institución militar han renunciado a la individualidad para dedicar su vida a un solo propósito; la defensa del país. Esa dedicación exclusiva, desprendimiento y compromiso total, es el que permite que la institución militar sea una fuerza absolutamente cohesionada y con vigencia permanente no obstante que la misma esta conformada por personas de diferente condición política, social y económica.

Los civiles pueden darse el lujo de adoptar y/o experimentar con todo tipo de modelos políticos, sociales y económicos pero la institución militar siempre permanecerá fiel y se mantendrá comprometida con el mismo y único principio que justifica su existencia y que garantiza la unidad de propósito de todos sus miembros; la defensa nacional.

La condición apolítica de las fuerzas armadas no es pues una condición impuesta por los civiles sino una decisión voluntaria adoptada por la institución militar para garantizar la cohesión de sus miembros y proteger su integridad.

Por supuesto que han habido casos en los que la institución militar, por diferentes motivos o circunstancias, se ha apartado de estos cauces pero siempre la misma ha corregido estas desviaciones y retornado a su compromiso original.

No se puede pues satanizar a la institución militar por cometer errores. Al final y al cabo las fuerzas armadas son un grupo humano como cualquier otro y por tanto susceptible de equivocarse. En el contexto histórico sin embargo, las fuerzas armadas son la institución más estable que tienen todos los países y es precisamente esa estabilidad la que garantiza la estabilidad de la Nación.

El nuevo artículo 328 propuesto en la reforma constitucional también desnaturaliza y trivializa la definición de las fuerzas armadas al calificarlas como una fuerza “popular”, “anti-imperialista”, “ajena a grupos oligárquicos” y “al servicio del pueblo y sus intereses”.

El uso de estos términos subjetivos puede ser apropiado para exaltar a las masas durante un discurso político pero es totalmente inadecuado para definir formalmente a las fuerzas armadas en un texto constitucional. Mas aun, el uso de estos términos denota ya sea una total ingenuidad o una premeditada malicia para devaluar el concepto de lo que son las fuerzas armadas. La preeminencia que se da a estos adjetivos sumados a la eliminación de la calidad profesional de las fuerzas armadas pone de manifiesto una peligrosa frivolidad para caracterizar el alcance y especialización de la formación militar.

¿Que se pretende al definir a las fuerzas armadas como populares? ¿Es que acaso las fuerzas armadas se van a convertir en un club social donde todo el mundo tiene voz y voto? ¿Es que acaso se pretende que las fuerzas armadas compitan por el favor y la aceptación del pueblo como si fueran un grupo musical?

¿Que quiere decir que deben ser ajenas a los grupos oligárquicos? Hay muchos tipos de oligarquías. Hay oligarquías sociales, económicas e inclusive oligarquías burocráticas y facinerosas como las que hoy controlan los designios de Venezuela, prendidas de la ubre fiscal para enriquecerse a costa del pueblo. Oligarquías, a las que parecería ser pertenece el mismo Presidente de la República a la luz de la buenaventura económica que súbitamente disfruta la familia presidencial.

¿Porque las fuerzas armadas deben ser solo anti-imperialistas? Porque no deben ser también anti-monárquicas, anti-anarquistas, anti-totalitarias, etc.

¿Que quiere decir que las fuerzas armadas están al servicio del pueblo y sus intereses? Los pueblos tienen diferentes intereses en diferentes momentos y etapas de su historia. La globalización y el comercio internacional hacen a los pueblos, particularmente a los fronterizos, cada vez más inter-dependientes. Es que acaso las fuerzas armadas de Venezuela deben consentir que el día de mañana el Estado de Zulia se anexe a Colombia o el de Amazonas a Brasil porque los pueblos de dichos Estados, asfixiados por la falta de libertad y caos económico al que esta conduciendo este gobierno al país, consideren que esa es la única oportunidad de salvación y por tanto, lo que mas conviene a sus intereses.

Al definir a las fuerzas armadas con adjetivos y en términos subjetivos como los antes mencionados se vilipendia a la institución militar y se le reduce a la categoría de ente subordinado a la caprichosa interpretación de conceptos que son ajenos y mas aun, que atentan contra la institución.

El texto original del artículo 328 por el contrario, definía a las fuerzas armadas con toda propiedad y las ponía al servicio de la “Nación”. La “Nación” no solo es el pueblo. La “Nación” la conforman los ciudadanos, el territorio, la historia y el bagaje cultural de Venezuela. Todo aquello que hace que un venezolano sea venezolano. Todo aquello que constituye la Venezolanidad.

En el ejemplo anterior las fuerzas armadas no podrían consentir la anexión voluntaria del Estado de Zulia a Colombia o el de Amazonas a Brasil, aunque los pueblos de dichos Estados consideren que es lo que mas conviene a sus intereses, porque el territorio, los ciudadanos y el aporte de la gente de esos Estados a la historia y cultura de Venezuela forman parte constitutiva de lo que es la “Nación” Venezolana y por mandato constitucional las fuerzas armadas están al servicio de esa concepción unitaria.

El Presidente puede declarar que Venezuela es un país hermano de cualquier otro país e inclusive exagerar al destacar que Venezuela tiene dos presidentes. Los discursos políticos aguantan todo pero cuando los excesos del discurso político se filtran y contaminan los textos constitucionales modificando o vulnerando la definición de conceptos sagrados como el de “Nación” y el de la institución encargada de tutelar la integridad de la misma, esto resulta absolutamente inaceptable.

Esto resulta tanto mas alarmante por cuanto las modificaciones introducidas al articulo 328 y 329 suprimen el carácter “ajeno a intereses personales y/o políticos” de las fuerzas armadas que mandaba el texto constitucional original, envileciendo con ello a la institución militar al punto de posibilitar constitucionalmente que la misma se convierta en una institución mercenaria al servicio de causas personales, políticas y/o ideológicas que por su naturaleza son temporales, transitorias y episódicas. Causas en la que no hay honor, ni dignidad, ni gloria. Causas que mancillan la tradición histórica de una institución militar que como pocas en América tiene el orgullo de haber heredado el linaje de libertadora.

A este despropósito mayúsculo se suma lo que tal vez es la modificación más alarmante al texto de los artículos 328 y 329 de la constitución. Esto es, la inclusión en dichos artículos de un nuevo rol para las fuerzas armadas al encargar a estas “preservar la Nación de cualquier ataque... interno”.

Esto es, para decirlo de la forma menos ofensiva, una barbaridad que denota un total desconocimiento de lo que son las fuerzas armadas y mas importante aun, de su capacidad destructiva. Las fuerzas armadas tienen como responsabilidad la defensa del frente externo porque eso es para lo que están entrenadas y en ciertas circunstancias pueden, como manda el texto constitucional original de los artículos 328 y 329, cooperar a nivel logístico y táctico con la Guardia Nacional para preservar el orden interno.

Lo que no se puede hacer es utilizarlas en el frente interno porque es como usar un canon para matar una mosca. Su participación en el frente interno generaría danos colaterales gigantescos. Solo hay que analizar la nefasta y vergonzosa experiencia que en ese sentido han tenido las fuerzas armadas de Argentina y Chile e inclusive recientemente el Perú y Colombia para entender que eventualmente la participación de estas en el frente interno termina por mancillar su honor y su orgullo amen de convertirlas a los ojos de sus ciudadanos en poco menos que simples criminales.

Las fuerzas armadas de Venezuela, como hemos mencionado antes, están constituidas por los guerreros de la Nación. Guerreros que han jurado dar su vida para defender a todos los venezolanos. Son profesionales muy peligrosos con reglas de confrontación estrictas y rígidas que son totalmente incompatibles e inapropiadas para enfrentar conflictos internos.

Los militares no tienen pues porque distinguir entre venezolanos buenos, malos, ricos, pobres, gobiernistas, opositores, socialistas, capitalistas, etc. No corresponde a ellos distinguir entre venezolanos. Ellos han jurado dar la vida por todos los venezolanos sin distinción. Por los buenos, los malos y los regulares; por los que son santos y por los pecadores. Por todos los venezolanos.

Al encargar a los militares la seguridad interna del país, se esta enviando a estos a cumplir tareas que están en abierta contradicción con el juramento y compromiso que han adquirido con el pueblo venezolano.

Se esta desnaturalizando la esencia misma de su existencia y profanando el heroico compromiso que con absoluto desprendimiento han asumido con todos los venezolanos. En buena cuenta, se esta introduciendo una condición valorativa en el ejercicio de ese compromiso.

Se esta diciendo a los militares que Venezuela se divide en venezolanos buenos y venezolanos malos y que los venezolanos malos son aquellos que determine quien en ese momento detente el poder. Que su misión no es proteger a todos los venezolanos sino solamente a los venezolanos buenos y más aun, que es su responsabilidad destruir a los venezolanos malos.

Una concepción contradictoria y absurda que atenta directamente contra el objeto y naturaleza de las fuerzas armadas así como la esencia misma de su formación y entrenamiento.

Corresponde a las fuerzas armadas la protección del país contra toda amenaza externa y por tanto, salvo en casos muy extremos, los soldados venezolanos no deben jamás empuñar sus armas contra otros venezolanos.

Este es un principio fundamental y la base en la que debe sustentarse el justo orgullo y el honor de los soldados así como el permanente respeto, admiración y agradecimiento que como ciudadanos deben tener todos los venezolanos hacia ellos.

El orden interno necesariamente tiene que ser encargado exclusivamente a la Guardia Nacional. Este puede ser un cuerpo semi-militarizado, integrado por elementos de la reserva activa de las fuerzas armadas e inclusive entrenado por las fuerzas armadas pero adicionalmente tiene que recibir entrenamiento especial y reglas de confrontación claras que sean adecuadas para el frente interno. Esto, para reducir al mínimo indispensable los danos colaterales y la perdida de vidas humanas inocentes en los conflictos en que intervenga.

Por lo demás, su intervención solo debe producirse a solicitud de los Gobernadores y exclusivamente en aquellos casos en los que las condiciones imperantes escapen al control de las fuerzas policiales. De esta forma, también se evita la tentación por parte del poder ejecutivo de utilizar a la Guardia Nacional como guardia pretoriana y/o carceleros de su propio pueblo.

Aunque estos atentados contra la institución militar son los más saltantes y dramáticos que plantean las modificaciones a los artículos 328 y 329 de la reforma constitucional hay otros aspectos que son preocupantes.

El articulo 329 modificado encarga a las fuerzas armadas responsabilidades de tipo político, social, económico, etc. que son incompatibles con la institución militar. La experiencia ha ensenado que cuando las fuerzas armadas abandonan su misión fundamental y sus cuadros de mando son dedicados a tareas administrativas ajenas a la función militar el resultado final es unas fuerzas armadas cuya principal característica es la mansedumbre.

La efectividad y eficiencia de las fuerzas armadas esta predicada en su dedicación exclusiva a una sola función; la defensa nacional. Ninguna institución puede alcanzar altos grados de eficiencia si esta dedicada a múltiples funciones.

El artículo 329 también encarga a las fuerzas armadas la responsabilidad de “estudiar, planificar y ejecutar la doctrina militar Bolivariana y aplicar los principios de la guerra popular de resistencia”.

Esto es tan absurdo que parece una broma. No existe doctrina militar Bolivariana y aun si la hubiera esta seria totalmente extemporánea. La doctrina de las fuerzas armadas modernas no están basadas en pomposas declaraciones políticas ni trasnochados idealismos. La doctrina militar hace tiempo que dejo de ser teórica y se ha convertido en una ciencia altamente sofisticada, especializada y eminentemente matemática.

Las fuerzas armadas modernas modelan los teatros de operaciones en computadoras y predicen todo tipo de variables. Los altos mandos militares toman decisiones basados en cálculos de probabilidades y son cuidadosos de mantener los conflictos focalizados para no afectar la integridad de la institución militar y por ende de sus naciones.

La capacidad destructiva de las fuerzas armadas modernas es de tal magnitud que no hay cabida para victorias pírricas. Aun si una fuerza armada lograra repeler exitosamente una fuerza invasora el grado de destrucción seria de tal magnitud que comprometería la estabilidad misma de su Nación. Ningún militar profesional expondría a su país a una situación de ese tipo.

Las fuerzas armadas no son emocionales ni principistas. Por el contrario son totalmente frías y calculadoras. Solo pelean las guerras que están seguros que pueden ganar, negocian si no tienen esa seguridad y no pelean si saben que van a perder. No pueden darse el lujo de actuar de otra forma porque de ellos depende la subsistencia de su Nación. De que sirve una victoria principista si la infraestructura del país termina totalmente destruida, sus fuerzas profesionales y equipamiento diezmado y los ciudadanos condenados a deambular entre escombros.

Oficializar constitucionalmente la guerra popular de resistencia como parte de la estrategia militar es otro absurdo que linda con la alucinación.

Las milicias no son fuerzas que tienen la capacidad para decidir un conflicto militar. Son fuerzas que como máximo pueden aspirar a mantener el “status quo” y esto de hecho implica que la fuerza armada enemiga cuenta desde ya con una ventaja estratégica dentro del teatro de operaciones. Por lo demás, no existe milicia popular en el mundo que tenga oportunidad alguna de derrotar a una fuerza armada profesional. Si en un conflicto armado se da la orden a una fuerza militar profesional que cumpla con una misión a cualquier costo, no existe milicia que la pueda detener.

Los casos recientes de éxitos milicianos, particularmente en el Medio Oriente, son espejismos militares. Esos éxitos no son producto de la falta de efectividad de los contingentes militares profesionales sino de las limitaciones políticas impuestas a estos. Sin embargo, en todos esos casos son los contingentes militares profesionales los que controlan estratégicamente el teatro de operaciones a tal punto que las operaciones no se realizan en sus territorios sino en territorio enemigo. La destrucción se produce en territorio ajeno.

En el caso venezolano, incorporar la guerra popular de resistencia al texto constitucional implica que de hecho las fuerzas armadas venezolanas no podrían defender al país y mas aun que los militares profesionales venezolanos estarían dispuestos a exponer al país y arriesgar la integridad de la Nación en un conflicto fratricida de esas características para defender principios políticos y/o ideológicos.

La simple insinuación de esta barbaridad linda con la traición a la patria y define a las fuerzas armadas venezolanas como una institución inepta y fanática incapaz de cumplir con la sagrada misión de proteger y preservar la Nación venezolana.

Como quiera que este absurdo mayúsculo esta en total contradicción con la tradición y la historia militar de las fuerzas armadas venezolanas solo podemos concluir que el mismo ha sido incluido en la reforma constitucional por elementos, ciertamente ajenos a la institución militar, que tienen el velado propósito de destruir la integridad y vigencia de la misma.

Por ultimo, las modificaciones de los artículos 328 y 329 también eliminan el régimen de seguridad social integral que, con todo derecho, gozaban las fuerzas armadas. Este régimen no es un privilegio. La carrera militar no es una carrera de alto riesgo sino una carrera de riesgo absoluto. En un conflicto armado los militares van a morir o ser heridos con absoluta seguridad. El único interrogante es cuantos van a morir o resultar heridos y cuantas familias van a ser afectadas por ello. El sistema de seguridad social de las fuerzas armadas tienen que ser especial porque su función es ciertamente especial.

Para concluir, consideramos oportuno comentar que las declaraciones del General Baduel que mencionamos al comienzo de este largo artículo, no deben ser evaluadas y/o interpretadas a la luz de la coyuntura política actual sino de los conceptos antes mencionados.

La reforma constitucional propuesta por el gobierno es mucho mas nefasta para la institución militar que para los civiles y ante el abierto atentando que esta representa para la institución militar las declaraciones del General Baduel resultan no solo explicables sino ciertamente oportunas.

Los militares no dejan de ser militares cuando se retiran. Siguen siendo militares y mantienen su absoluto compromiso para con la institución a la que han dedicado su vida, hasta el día de su muerte.

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